SOLUCIÓN

 

Porque ya no ha de importarle, pero esa vez le dolió la coincidencia de los chismes entrecortados, la cara servil de madre Celeste contándole a la tía Bebé, la incrédula desazón en el gesto de su padre. Primero fua la de la casa de altos, su manera vacuna de virar la cabeza, rumiando las palabras con delicia de bolo vegetal. Y también la chica de la farmacia -"no porque yo lo crea, pero si fuese verdad qué horrible"- y hasta don Emilio, siempre discreto con sus lápices y sus libretas de hule.

"Circe", Julio Cortázar